MANUELA SANCHEZ GAVIÑO
En mi memoria


Hoy se agolpan en mi memoria los recuerdos. En ellos está un torero, que me enseñó a ser un buen aficionado, a sentir las tardes de gloria y las que no pudieron ser.

Más de treinta y cinco años esperándolo en el callejón de Iris, más de treinta y cinco años pisando albero de oro al hacer el paseíllo, sin poder explicar lo que sucede en el ruedo (porque su toreo es inexplicable). Y aún hoy podemos verlo abrir el compás en la Maestranza, con el mismo empaque, los mismos andares, el mismo capote y la misma muleta.

Y recuerdo cuando mi abuelo se sentaba en una vieja mecedora que había en el porche de la casa, y contemplando sus yuntas, que uncidas al yugo araban todos los días el campo, él me contaba, cómo habían sido los primeros pasos y la trayectoria de su toreo. Que hoy es el mío y el de todos los aficionados al toreo de arte. Comenzaba una y otra vez la misma historia y siempre con la misma emoción:

Mira niña, él nació en un "Pueblecito" muy cerquita de aquí, pueblo de toreros, de buenos aficionados y donde apasiona todo lo relacionado con lo taurino.

Por aquella época yo tendría 22 años, y unos amigotes y yo, decidimos ir a ver una novillada que se celebraba en la "Pañoleta". Jamás pensé que aquel 22 de Agosto del 54, iba a ser la primera vez que vería torear al que después sería mi gran ídolo. Sentía que aquel muchacho que casi tenía mi edad despertaba en mí emociones nuevas, y un entusiasmo, que jamás había sentido antes.

Y aunque, en las siguientes novilladas en las que pude asistir no obtuvo buenos resultados, muchos personajes y buenos aficionados al mundo del toro, ya se fijaban en él. Tenía y tiene una forma muy personal de concebir, hacer y sentir el toreo.

Por fin, el 26 de Mayo de 1957, debuta en Sevilla. Yo llevaba dos o tres días imaginándome cómo sería esa tarde, con toros de Benítez Cubero. Y mereció la pena, ¡vaya si mereció la pena! Fue sensacional, tanto con el capote, como con la muleta. Y recuerdo, que en la segunda actuación que tuvo en Sevilla, dio unas manoletinas, que jamás podrán borrarse de mi mente. Pero no tomó la alternativa en Sevilla, fue en Valencia, el 18 de Marzo de 1959, con toros del Conde de la Corte, esa tarde tan importante para él, yo la recuerdo en el campo, sentado en la hierba y soñando con la faena de su doctorado. Tuve muy mala suerte el día de su confirmación, me gasté unos ahorrillos que tenía guardados en el viaje a Madrid, y una vez allí, comenzó a llover y se suspendió la corrida.

Ha abierto cinco veces la "Puerta del Príncipe", de las cuales, sólo pude asistir a tres, y fueron tardes magistrales, llenas de emoción, de arte, de duende... y no creas que es fácil, que destape su ya tan nombrado tarro de las esencias, para ello tiene que estar inspirado, que el toro tenga las características que a él le gustan, que esté en buena condición física... unos detallitos más y que todos juntos son un cóctel molotov, capaz de tumbar y dejar sin aliento a cualquiera.

No es muy variado en el capote, aunque sea con lo que más hemos disfrutado todos sus seguidores. Es fundamental su toreo a la verónica y sus inigualables remates con la media. También era frecuente verle realizar largas cordobesas. Nos acostumbró a inigualables trincherillas, soberbios molinetes y kikirikíes, unos ayudados por alto y por bajo que quitaban y quitan el "sentío".

Yo, impacientemente interrumpo, ¿hoy vamos a verlo abuelo? Sí, venga vístete, quiero que veas el ambiente que hay en Sevilla en una tarde de toros, y que respires el olor de una tarde de Abril embriagadora. Me quedaba ensimismada con los coches de caballo, en las preciosísimas mantillas, y en un sinfín de cosas que sólo se viven esas tardes.

Ya estábamos acomodados en uno de los tendidos de la Maestranza, con el "lorenzo" apretando. ¡Suenan los clarines! ¡Por fin comienza el paseíllo! Con su ya tan acostumbrado traje tabaco y oro, una leve sonrisa mientras mira a los tendidos, comienza a andar. Mi abuelo mira de reojo la tablilla, -¡ojú! 609 kilos tiene el animalito-, cuando no ha terminado de decirlo, ya está el toro en el ruedo, "colorao", ojos de pediz... él exclama, -¡mira viene galopando!, ¡derrotando en los burladeros, sin que nadie lo llame!-

Cuando el maestro sale del burladero un murmullo invade la plaza, no ha dejado que ningún torero de plata salga a pararlo. Empieza el tanteo con lances a la verónica, y ya en la tercera lo hace con completa rectitud, cerrando la serie con una media que tiene sabor añejo. Ovación, el público en pie, -¡abuelo qué tarde!, ¡mira niña, mira!, ¡qué envidia me da el aire que mece su capote, es un hombre hecho torero!- El que venga hoy por primera vez a la Maestranza ya no podrá faltar. El se ha encargado de darle una buena dosis de veneno. Veneno de afición torera, de entregar la vida por el arte, de venir tarde tras tarde.

Hoy con ese veneno recorriendo mi cuerpo, y una afición incontrolable, siento más cerca de mí al compañero de tantas tardes y a un torero que tiene su nombre escrito con letras de oro en la "HISTORIA DEL TOREO", "DON FRANCISCO ROMERO LÓPEZ- CURRO ROMERO".

Manuela Sánchez Gaviño
Concurso Narración de Aula Taurina, 1998



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