Enclavado junto a la Real
Maestranza de Caballería, en lo que será la glorieta que llevará el nombre de Curro
Romero, se levanta el monumento, en bronce, del escultor Sebastián Santos Calero, que
representa al diestro en un desplante que realizó ante un toro de Gabriel Rojas en la
Feria de Abril de 1984
Monumento a
Curro, rodeado del emblemático romero, junto a la Maestranza, en uno de esos desplantes
personalísimos que rebosa torería. Romero, en bronce, junto a su plaza, a dos pasos de
Camas, con el Guadalquivir de testigo. Romero, a perpetuidad en la que será, dentro de
poco, según Alfredo Sánchez Monteseirín, una glorieta que llevará su nombre. Una fiel
representación de aquel desplante que realizó a Flautino, un toro de Gabriel Rojas, en
la Feria de Abril de 1984, realizada por Sebastián Santos Calero.
En una jornada de entusiasmo, de alegría, tanto para los curristas como para el
resto de aficionados, acompañó todo. Por la climatología y la animación parecía un
Domingo de Resurrección, uno de esos domingos en los que no faltaba Curro Romero en sus
carteles. Sol radiante, la Banda Municipal de Sevilla, dirigida por José Albero Francés,
amenizando el evento con pasodobles, cerrándolo con los himnos de Andalucía y Nacional.
Curro Romero, junto a su gemelo broncíneo, sonrió cuando le cantaron a su llegada
aquello de ¡Cumpleaños feliz...! en el día en que cumplía 68 años. Un
día que será inolvidable para el camero, un día en el que estuvo rodeado de multitud de
amigos y partidarios, gentes de todos los estamentos sociales.
En el acto abrió el paseíllo Alfredo Flores, fiscal jefe de la Audiencia
Provincial de Sevilla, para indicar que la escultura es más un documento que un
monumento por lo que supone de perpetuidad a la memoria del torero y que tiene
la categoría artística que el diestro merece y Sevilla exige para un espada
que ha toreado casi doscientas veces en la Maestranza, con cinco Puertas del
Príncipe. Un torero al que definió este currista, como un ser humano
tranquilo, serio, tímido.
A continuación, a la una menos cuarto de mediodía, se descubrió el monumento, en
el que Sebastián Santos Calero ha captado perfectamente el empaque del torero en ese sui
géneris desplante que trasluce flamenquería y serenidad; saliendo con garbo, con la
muleta en la zurda y el estoque en la derecha, ante un imaginario toro. Por si faltaba
algo, Curro Romero, emocionado, se arrojó al ruedo de la oratoria para agradecer la idea
a toda Sevilla y a sus impulsores, principalmente a Rafael Álvarez Colunga,
presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía, y afirmó que el monumento
está situado en un enclave idóneo, entre el Paseo Colón, la Maestranza, el río
Guadalquivir, Sevilla y Triana.
Y tras Romero, el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteserín, y el ministro
del Interior, Mariano Rajoy, destacaron al alimón la figura del diestro. Monteseirín
aludió a que Sevilla es instante y conjuga grandeza y gracia. Por
su parte, Rajoy habló sobre la ilusión que levantaba el camero, al que adjetivó su
toreo como esencia, esperanza. Como hecho anecdótico cabe destacar que el
ministro pinchó en hueso al indicar que Curro había salido cuatro veces por la Puerta
del Príncipe. Al instante, salieron voces del público: ¡Cinco,
cinco
!.
Prácticamente todas las capas sociales estaban representadas allí. Desde los que
gritaban desde lejos -¡Curro, somos los de grada!- hasta multitud de
políticos, pasando por algunos maestros del toreo. Entre otros, de la política, además
de numerosas autoridades locales, asistieron Mariano Rajoy, Javier Arenas y Carlos
Iturgaiz; de la nobleza, la Duquesa de Alba y el Conde de Luna; del empresariado, Rafael
Álvarez Colunga; de la judicatura y abogacía, Baltasar Garzón, Alfredo Flores y Manuel
Clavero Arévalo, presidente del Consejo Editorial de Diario de Sevilla; del flamenco y la
canción, Juanito Valderrama, los del Río, Rancapino y Pastora Soler. Y del mundo
taurino, los Litri, padre e hijo; Aparicio, padre e hijo, El Viti, Ángel Peralta y José
Antonio Campuzano. Una lista interminable de curristas, de amigos del torero. Un día
grande.
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