MANUEL J.SOTELINO
CURRO ROMERO, UN TORERO INFINITO


Están tirados por el suelo ¿verdad?; como si fueran toros de verdad y no de la señorita Pepis. Como protagonistas de aquel periodo además del toro- estaban Camino, Litri, Diego Puerta, Aparicio, El Viti... y Curro; siempre Curro. Pero dejemos la generalidad de la época, que quizás en alguna otra ocasión tengamos la oportunidad de escribir sobre ella, y pasemos al Curro eterno.

Curro, al menos para mí, es un torero infinito; lo es en su sabiduría, en su concepción ultraestilista, o lírica (si se me permite la expresión), en su labor romántica por el oficio y sobre todo, infinito en su arte. En cuanto a las dimensiones, cronológicas, de su carrera también su infinidad es patente. El pasa por el presente sin que sepamos de donde, viene ni adonde va; como el río a mitad de curso. ¿Será el torero del siglo veintiuno como auguran algunos?. Habrá que relamerse los labios por lo que nos toca de disfrutar.

El Curro del presente, supongo que debe de ser el de siempre; solo que con más experiencia (y esto es un grado). Esta, es la misma que le ha dado a Curro, si cabe, más quietud, más lentitud, más despacio, y más, y más...

Todavía recuerdo la faena que le hizo a un cuarto, en el Puerto, el pasado mes de agosto. El sol en lo alto, como si fuera un curioso al acecho de lo irrepetible. Salió Curro con su modesto capotito (acorde con su personalidad), y meció de un lado a otro a un toro que debía de ser también el de siempre. El toro bravo, el encastado, el noble, el que le gusta a Curro; el bueno. Yo quería ver lo que era la quietud en el toreo, y un señor que estaba a mi derecha, y que no abrió la boca en toda la tarde explotó con los lances del camero, y aferrándose a mi brazo me decía: Abre bien los ojos y observa lo que es torear despacio. Gracias Curro por ilustrarme la lección.

Este profesor de tauromaquia que ilustra sus clases por las plazas del sur, a causa de la querencia a los terrenos, (sería más difícil ver a Curro en Pamplona con toda la traca, a que intentara hacerle faena a un berraco mansurrón, sin casta, sin gas y dando gañafones) no se plantea, por lo pronto, su retirada. Parece que todavía tiene cosas que decir, lecciones que dar y nosotros tiempo que disfrutar. él, ha hecho suyo aquel famoso lema del circo; solo que añadiéndole el termino lentitud; es decir, más lento todavía. Este es el empecinamiento de Curro. ¡Dios mío! Con sesenta y tres años, siendo ya una leyenda, y él: que si quieres arroz Catalina. Se nos pierde en el infinito, como una mirada al cielo.

Él sabe que la lentitud es un término taurino que va mucho más de la literalidad. Torear lento es torear con gusto, es hacerlo de poder a poder. Cargando la suerte y dejando en cada lance el alma; sin titubeos dándose de verdad y no promocionado el fraude. Por eso se lo piensa antes; y si lo ve, entonces corre la mano, lleva al toro largo ejecuta el toreo hondo y pone en entredicho los tratados de tauromaquia. ¡Catarsis de los cánones!. Pero aún hay algo más difícil, y es, el cómo se paran a los toros. No hace mucho se lo preguntaban al mismísimo Curro y ni el mismo sabía dar la respuesta. Quizás haya algo de hechicería cuando cruzan sus miradas el morlaco y el artista. No sé.

Ahora Curro está de moda. Sevilla le ha hecho hijo adoptivo, el momento que atraviesa, tanto psicológico como físico, es excepcional, se escriben artículos en los periódicos y en las tertulias no se para de hablar de él. Quizás más adelante, cuando se nos pierda en la raya del horizonte, no este tan en boga. Pero no importa; nosotros seguiremos yendo a la plaza a ver con que canción de cuna duerme con el capote al mozo que le corresponda (si se deja claro). Ver la trincherilla del pellizco en el estómago, el ayudado del escalofrío, el redondo lleno de temple y torería y el natural de toda la vida. Y ante todo la lentitud; la lentitud el empaque y la cámara lenta; para que se vea. Y sobre todo el empecinamiento de Curro por cruzar la raya del infinito, del abismo y de la eternidad.

Curro Romero un torero de leyenda y de mitología pero no de la historia, puesto que no ha dicho, todavía, la última palabra. Habrá que esperar pero mientras, sentémonos a disfrutar del arte de este recalcitrante torero.

Manuel Jesús Sotelino Polonio
(Inédito)



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