Ganadería: Tres toros de la ganadería de Luis Algarra Polera, los tres primeros de la suelta, y tres de la vacada de «Las Ramblas», desiguales de presentación, mansos y deslucidos en cuanto a su juego, con las buenas excepciones del primero y el quinto del encierro.
Curro Romero: Estocada baja (una oreja); y dos pinchazos y media estocada (silencio).
Jesús Janeiro «Jesulín de Ubrique»: media estocada baja (una oreja); y dos pinchazos y estocada (gran ovación tras un aviso).
Eugenio de Mora: Estocada y descabello (una oreja); y estocada (ovación).
Incidencias: La plaza de toros multiusos cubierta «Coliseo de La Coruña», registró más de media entrada en su aforo.
Parte Facultativo:El banderillero Miguel Pérez «Miguelete», de la cuadrilla de Curro Romero, fue operado de «una cornada en la cara anterior del antebrazo derecho de quince centímetros, con destrozos musculares y lesiones de ramas venosas, de pronóstico reservado»

CURRO ROMERO BORDÓ EL TOREO EN LA CORUÑA.

Curro Romero cortó una oreja por una bellísima y ligada faena, cargada de misterio, arte y sentimiento, que valía los dos trofeos, pero a la que le faltó la rúbrica de la espada y la sensibilidad del tendido para apreciar la obra en su gran medida, en la corrida que abrió la feria coruñesa de María Pita.
Faltó sensibilidad para apreciar la magia y el misterio del toreo de Curro, a punto de cumplir los 65 años, que hizo el paseíllo descubierto. Desde el tendido miraban dos generaciones de gallegos que no le pudieron ver torear aquí, pues actuó por última vez en la vieja plaza en el 66. Curro salió a ganarse la repetición.
Afavor tuvo un buen toro, el primero de Algarra, al que ya de salida lo cuajó con el capote, en unos lances de insospechada quietud. Arte de verdad, presagio de que le rondaban los mengues de la buena inspiración. Y así fue. Muleta en mano, Curro se encontró muy a gusto frente al toro, gustándose lo indecible. Una faena muy ligada, algo infrecuente desde hace mucho tiempo en él.
Esta vez fue el gran Curro, muy asentado, bajando mucho la mano y ligando las tandas por el derecho, con los oportunos y preciosos remates por bajo. Toreo limpio y sentido, de mucha hondura. Crujió la plaza, pero con timidez. Sin duda que en La Maestranza, incluso en Las Ventas, se hubiera formado gorda."
El mismo final de faena, toreando a dos manos, fue para descubrirse. Hay que recalcar que no fue la típica faena de Curro de detalles aislados, todo lo contrario, muy compacta, de gran belleza y hondura. Fue el toreo de Romero en su mejor expresión. El único borrón, la espada. Una oreja que valía por dos o más.
En el cuarto, un toro más fuerte y algo complicado, apareció el Curro de la desconfianza que se lo quitó de enmedio.
Jesulín puso tesón pero sin terminar de acoplarse con su incómodo primero, con tendencia a quedarse corto, de embestida descompuesta y queriéndose «rajar». En el quinto se encontró más templado y seguro, a más, aunque sin salirse de las rayas. Especialmente interesante, dos tandas en redondo, un rodillazo y las alegrías. Al matar mal perdió la puerta grande.
Eugenio de Mora no tuvo más alternativa en su primero que aguantar la aspereza del animal, que embestía rebrincado y se frenaba en la mitad de las suertes. Lo más lucido fue un quite por gaoneras. Ya con la muleta puso voluntad, pero fue imposible resolver. El sexto se quebrantó en dos tremendas vueltas de campana. Inservible.

1998 Diario de Cádiz

Un torero con dominio...

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